Plata es una perrita especial.
Una gran amiga mía saltaría rápidamente diciendo: "¡Para tí todos son especiales! ¡A todos les buscas algo bueno o por lo que resaltar! O son buenos, o son listos, o son guapos... ¡hasta porque sean gruñones son especiales para tí!" Me entra la risa cada vez que la oigo decirlo porque es cierto, en cualquier caso hoy quiero hablaros de Plata.
Plata ha pasado quince días conmigo en los que me ha enseñado tantísimo y me ha hecho vivir momentos tan bonitos que no sé cómo agradecérselo, como no sea con el inmenso cariño que le he tomado.
Plata es ciega. El primer día, cuando fui a buscarla, iba insegura, algo asustada y muy a la defensiva. Al principio los paseos siempre eran con correa y ella chocaba (a pesar de mis precauciones) frecuentemente con otros perritos, con plantas, desniveles del terreno... Recurría mucho a mí para buscar apoyo y protección. Poco a poco, conforme pasaban los días, la fui viendo más relajada, más segura y menos gruñona con los perritos que se le acercaban. Al final decidí que había llegado el momento de soltarla y ver si se arreglaba sola. Cuando se sintió sin correa creo que se desconcertó un poco y me buscaba. Alzaba su nariz al viento para detectar mi presencia y guiarse por ella, a veces, si se ponía nerviosa porque el viento no la favorecía para localizarme le hablaba suavemente o le daba unas pequeñas palmaditas para que pudiera oír dónde estaba y ella cambiaba la cara rápidamente y venía hacia mí, comprobaba que era yo realmente y echaba a andar hacia adelante enseguida, ya contenta. Al final, se ha acostumbrado a localizarme por mis pasos y mi olor, ha estado paseando con los demás perritos como una más, y en la mayoría de las ocasiones, costaba saber quién era la que no veía. Nunca había compartido momentos con un perro ciego, era mi primera vez... y ha sido una experiencia fantástica. ¡Gracias Plata, por darme momentos tan preciosos! Nos volveremos a ver pronto, (me han dicho que te dejan algunos días de nuevo conmigo, ¡lo estoy deseando!).
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